COLLINGWOOD, EVANS
–Señor, hay un incremento en los niveles de energía.
–¿De qué tipo de incremento estamos hablando? –dijo casi sin inmutarse mientras seguía con sus quehaceres.
–Bastante elevado, señor. Se podría decir que estamos sobre la pista correcta.
–Acércate con Samanta a hacer las pertinentes averiguaciones sobre el terreno.
–Pero, Evans, señor... ¿No deberíamos ir todos y poner fin a esto de forma inmediata?
–¿Las pruebas son cien por cien concluyentes?
–No señor, pero...
–Entonces no hay nada más que hablar. Acércate al lugar con Samanta, como te he comentado, y haz las comprobaciones que sean necesarias antes de actuar.
–Sí, señor.
Aquel hombre joven salió de la habitación dejando al anciano envuelto en sus propios pensamientos; una persona que tenía que estar completamente seguro de todo antes de actuar; un individuo que no trabajaba solo, pero que tenía una gran responsabilidad.
–Ejecutar diario –dijo en un tono de voz normal dirigiéndose hacia su integrado.
Esperó a que la aplicación se ejecutase y estuviese disponible para captar su voz.
–Jueves, veinticinco de mayo de dos mil sesenta y dos. Ocho menos cinco de la mañana. Seguimos buscándolo y parece ser que hay una pista que nos podría llevar hacia su persona.
»Llevamos demasiado tiempo yendo detrás de pistas falsas, indicios que nos hacían creer que estábamos tras el rastro correcto para luego darnos de bruces contra la cruda realidad.
»A pesar de la alta tecnología que disponemos, lo cierto es que se nos hace extremadamente difícil cercarlo si no actúa de forma más o menos constante, a no ser que nos encontremos relativamente cerca de su presencia. Pero hoy parece ser que podremos dar con la “criatura”, dar caza a su ser y matarlo como ya hemos hecho en incontables ocasiones. Espero que los datos que se acaban de obtener sean provocados por su presencia para poder dar fin a mi propia carrera.
»Estoy cansado, demasiado teniendo la edad que tengo, que sin ser un chaval, tampoco me considero para nada una persona que no puede mantenerse en pie por sí mismo. Pero este trabajo agota demasiado. Mucho viaje, seguir a demasiadas personas a lo largo y ancho del planeta, no permite que descansemos correctamente, y eso, a la larga, nos afecta; particularmente me afecta.
Alguien golpeó la puerta en aquel preciso instante.
–Interrupción de la entrada al diario.
El diario dejó de registrar lo que escuchaba.
–Entra –dijo sin mucho ímpetu.
–Señor, ¿quiere ser informado de forma inmediata de darse el caso en sentido positivo?
–En cualquier caso.
–¿Acudirá si hay confirmación?
–Acudiré. Soy yo quien debe encargarse de ello.
–Partimos pues, señor.
–Que Dios os proteja.
La puerta se cerró. Evans miró el integrado, el cual esperaba con la aplicación de diario abierta para guardar lo escrito o continuar con la labor encomendada. Agachó la cabeza y suspiró.
–Reanudando la entrada al diario –dijo finalmente.
»Siempre somos diez, pero pronto dejaré de formar parte de ellos, siendo Andrés mi inmediato sucesor y el responsable de continuar con la causa. Lo hará bien, porque ha tenido buenos maestros de los que aprender.
»Evans Collingwod, superior de La Orden.
»Fin de la entrada. Guardado de la entrada. Enviar copia al servidor. Cerrar aplicación de diario.
El hombre se levantó de la silla, se dirigió a la puerta y salió de aquel lugar algo sobrio para emprender sus tareas cotidianas, muy distintas que la del resto de mortales.