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OIRASPPO

 

–He notado una variación en la energía –dijo el originario a aquel que no pertenecía a ninguna de las esferas.

–Sí, los seres vivos están cambiándola –respondió.

–¿Cambiándola? –se sorprendió el arcángel–. Nadie puede cambiar la energía de Padre.

–Todos somos Él y Él somos todos, pero nos dio cierta dependencia. Sí que se puede.

–Eso es algo que se tiene que cortar de raíz.

–No puedes entrar ni interactuar en el plano físico. Está prohibido.

–Lo que hacen ellos es lo que está prohibido.

–Ellos no saben lo que están haciendo.

–Eso no impide que estén haciendo algo prohibido.

Ángel y arcángel se silenciaron. Parecía que esa iba a ser una de esas tantas ocasiones en las que ambos acababan por no estar de acuerdo, pero Miguel sabía que esto no era, ni por asomo, algo comparado a sus desavenencias anteriores. Se estaba gestando algo que podría perjudicarles en un futuro, y no estaba dispuesto a dejarlo pasar.

–¿Qué pretendes hacer? –comentó el ángel.

–Comunicar esto a Padre.

–Padre ya lo sabe. Parece mentira que alguien como tú ignore eso.

–No lo ignoro; quiero hablar con el directamente.

–¿Para qué?

–Para actuar.

–Ya se ha iniciado y no se debe parar.

–Sí se puede parar.

–¿Matándolos? –dijo con cierta indignación.

–Si es necesario, sí.

–Esto es consecuencia del libre albedrío que él mismo permitió. ¿Cómo castigar a alguien por hacer algo que se le está permitido?

–No está permitido pervertir la energía de su creador.

–Parece que no te das cuenta. La energía de Padre es neutra y de alguna forma se ha de tender a la neutralidad.

–¿A qué te refieres? –se sorprendió el arcángel.

–Nosotros mismo no tenemos energía completamente neutra, por lo tanto, se ha de compensar. Los seres vivos, inconscientemente, la están compensando; inconscientemente han creado la contraparte a nosotros por pura necesidad.

Miguel enfureció. No entendía lo que su hermano pretendía decirle y comenzó a sentirlo ajeno a sus obligaciones; comenzó a ver una corrupción en él que quizás no tenía, pero que, al hablar así, adverso a sus propias obligaciones, hizo que así lo sintiese.

–Todos somos sus hijos –dijo con firmeza el originario–. Es absurdo que haya enfrentamiento entre ninguno de nosotros.

–¿Y para qué creó la jerarquía? ¿Para qué te creó a ti? ¿O a mí? No es algo nuevo, Miguel. Esto lleva pasando desde hace mucho tiempo, solo que ahora lo percibes porque la concentración de energía adversa es mayor.

»En un momento dado, Padre permitió esto. No sé cuales son sus intenciones, pero estoy seguro de que, a pesar de desentenderse de su propia creación dejándonos cierta libertad, hay algo que se nos escapa, que no entendemos y que, como siempre, sólo Él podrá llegar en algún momento esclarecer.

–¡Tonterías! -se enfadó de forma monumental Miguel–. Esto se ha de terminar ya. Van a aprender a quién deben lealtad y obediencia si es que quieren seguir en el plano físico.

 

El arcángel abandonó el lugar dejando al más reciente de los ángeles creado, al más poderoso de todos ellos. Oreirb-ats permaneció sin moverse, en silencio, a pesar de que era complicado que alguna vez estuviese solo, quieto y sin dejarse oír.

Por un momento recordó las últimas palabras de su hermano, pero no era verdad. Ellos no quería vivir en el plano físico; simplemente lo hacían por que no les quedaba otra. No fue su elección, como tampoco eligieron crear a su opuesto, su adversario, aquel y aquellos que deberían nivelar una balanza que hacia tiempo se había desequilibrado. Había que volver a la neutralidad; se había plantado el germen de Oirasppo.

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